Mis propias razones


Eva contempló el cuaderno durante lo que se le antojaron horas. No quería abrirlo, no quería leer los últimos pensamientos de Damián. No quería descubrir las razones por las que se había quitado la vida. Finalmente reunió el valor necesario y lo abrió. El cuaderno estaba en blanco.
Días después, angustiada y confusa, Eva cogió un boligrafo y empezó a escribir.

J. K. Vélez

Cuando te vas


Antonio observó la nueva línea en el monitor mientras se oía aquel sonido horrible y suspiró, casi con alivio. Había llegado el momento de desenchufar las máquinas.

En parte odiaba irse de vacaciones, pero el trabajo estaba hecho: La nueva línea de reproductores de audio era un hecho, aunque la musiquilla que había elegido su compañero para la presentación fuera un asco.

Cuando se apagó el último de los ordenadores sintió que abandonarlo todo por tres meses era una pequeña muerte. Y se sintió afortunado por morir tanto tiempo.


J. K. Vélez

Los peligros de ser bruja y tener una carrera


Y la hechicera condenó al niño a analizar aquel microcuento por toda la eternidad. Condenó, verbo de la principal...

J. K. Vélez

Peluche 13: Los cuentos de mi osito, II











- ¡Arráncale los ojos! -gritaba mi osito.
Su brutalidad me asustaba, pero acabé por hacerlo. En el fondo sabía que al señor Potato le gustaba.

J. K. Vélez

Mal momento

El artificiero se dio cuenta de que lo habían engañado mientras cortaba el cable rojo.

J. K. Vélez